martes, 5 de noviembre de 2019

VIVIMOS DE LO RABIOSAMENTE ACTUAL

No pretendemos dar lecciones ni hacer de estas entradas un tratado científico, por lo que rogamos perdonen los lapsus y, dicho eso, vayamos al asunto.

Entre las últimas teorías que están surgiendo últimamente está la denominada NEUROCIENCIA, que, en sí misma, es digna de todo elogio y lleva detrás mucho conocimiento, mucha racionalidad y tiene muchísimo y amplio futuro, aparte de muchas campos de aplicación.

El problema surge cuando los pseudogurús y “divulgólogos”, que apenas ha leído el preámbulo de uno de los escritos de investigación, comienzan a divulgar el tema al campo de sus intereses, sea este el que sea.

Lo he visto aplicado a la educación, la medicina, la bioquímica, la sociología y, últimamente, a la democracia y a la demagogia.

Lo último es fácil, porque demagogia es lo que está haciendo con este campo de investigación y no por parte de los investigadores (insisto).
No es que, en una rápida abstracción, no pensemos que, dado lo que sabemos sobre la domesticación y manejo de las masas, no pensemos que desde la neurología no podríamos tener un campo más fácil para la manipulación, sino  que eso NO SE HA INVESTIGADO, Suponemos que se toma como referencia ese dejarse llevar por lo actual, complaciente y fácil, que nos ha traído el postmodernismo actual.

Lo demás que nos dicen, para mostrar sus argumentos los “tertulianos”, es sabido desde los griegos para acá, porque desde entonces es sabido que la razón y la voluntad están muy unidos a la afectividad y en es se apoyan acciones tan serias como los nacionalismos, las guerras de religión o étnicas y tantas otras confrontaciones humanas.

Convencer es difícil y más si han de usarse argumentos, por lo que apelar a los sentimientos se convierte en un camino fácil, pero eso ¿se puede afirmar hoy con el conocimiento disponible?

La demagogia ha sido el procedimiento de más uso para engañar.

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