domingo, 7 de junio de 2020

TIEMPO DE POESÍA

A falta de otras ideas o de otras palabras, quiero dejar constancia también de esta manía mía por la poesía, que practiqué de joven en varias modalidades, pero que tuve que abandonar por las premuras y exigencias de la vida (trabajaba y estudiaba a la vez).

Ya he hablado de mi búsqueda de cuentos, leyendas y fábulas y de los primeros voy dejando algunos ejemplos. Ahora quiero seguir rindiendo tributo  la poesía, pero a la cercana, no a la clásica y suficientemente divulgada.

Seguiré con mi hermano, que publica asiduamente libros de poesía y con amigos, como este de hoy, Jesús Aragón, que con mi misma edad y paralelo recorrido, hemos coincidido al final de nuestro periplo laboral.

No sé si son buenos ejemplos para todos, para mí son bálsamo y merecedoras de todas las gratitudes.


A mi querido profesor:
Usted llegó en mi madurez,
ya bien andada mi andadura.
Fue allá, al otro lado,
"Nuevas Tecnologías"
llamaron al doctorado.
España y Venezuela tenían
una tarea que hacer.
Lo recuerdo, cierto es,
como educador y profesor,
pero no fueron sus lecciones,
las que me acompañaron en la vida.
No.
Fue su Presencia, eso que uno a veces necesita y cuya descripción nadie precisa.
Sí.
Y, desde entonces, usted nunca fue ausencia.
Ya no quiero tratarlo de usted ni tampoco nombrarlo profesor.
Mi alma me susurra que lo llame: "amigo, buen amigo",
así sea solo una vez.
Por eso, ahora te digo:
"amigo, buen amigo".
Ya hiciste tu labor,
ya recogiste el trigo,
queda, pues, en PAZ.
Sigamos acompañándonos hasta el final.



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