martes, 2 de junio de 2020

CUALQUIER HIJO PRÓDIGO

CUALQUIER HIJO PRÓDIGO

“En las muchedumbres había un satisfactorio anonimato, una
ausencia de intrusiones. 
A nadie le interesaban los misterios. 
Todo el mundo estaba allí para
librarse de sí mismo.”
(Salman Rushdie)

La ciudad está de fiesta y un hijo pródigo retorna, no hay manjares de bienvenida, ni brindis en su honor. Es un desterrado, un príncipe errante, otro desconocido más, en la comarca que lo vio nacer. 

Poeta clandestino, andante caballero a quien Dulcinea jamás volverá a ver, no lo acompaña Sancho y menos Rocinante.

Recorre las calles y escucha en el kiosco de la plaza a un anciano de traje y corbata declamar poesía. Él no fue invitado, nadie extrañó su ausencia y ninguna persona aguardó su regreso.
Piensa entonces: “Esta es mi tierra y en mi pecho la llevo, pero ahora es tan solo mi madre putativa…”.



Recuerda: “Cuando me marché triste y solitario, sin rumbo a distantes horizontes, imaginé grandes felicitaciones por mis logros en mi obligado exilio. Esta cruel agonía de morir al comienzo de volver a vivir es y será siempre mi eterno cóctel de inútil felicidad y desesperanza.”

A pesar de las buenas dotes poéticas, nadie lo reconoce. Las sonrisas no lo abrazan, los halagos no le dan calor y se pierde entre la multitud para olvidarse de sí mismo.


Dedicado a mi Hermano Juan. Poeta y, sobre todo, pensador y sensible

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