Ni es fácil ni agradable eso de hablar con uno mismo y menos cuando hay que hacerlo durante un larguísimo período.
Pero creo que fue Oscar WILDE el que decía que no hay que dejar de hacerlo y, a menos en eso, le haré caso: No voy a dejar de hablar conmigo mismo aunque a veces ni me escuche.
No deja de tener su punto de gusto eso de escucharse a uno mismo. Incluso, si lo sabes dirigir, puede convertirse en un placer (corto, difuso, vaporoso… pero placer).
Esas conversaciones, largas, porque el tiempo se alarga y las oportunidades de otras conversaciones se acortan, hacen que mucha veces, si nos preguntasen, no sabríamos responder cuál es el tema y otras ni nos entendemos, a fuerza de confluir variables en nuestra mente
Nada me importa de todo eso. Necesito seguir hablando conmigo e intentar decirme lo que la vida ya no me puede decir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario