La pandemia dada por pasada, pro no acabada, ha puesto en evidencia con mayor claridad una concepción social instalada en nuestra sociedad: los niños y los viejos no importan, estorban.
Los niños han captado cierta atención y parece que al final el sistema social parece que ha acabado acepando su presencia y la necesidad de dotarles de algunos servicios que alivien a los padres, pero los mayores, sobre todo los residentes en lugares “ad hoc”, han pasado desapercibidos mientras han ido cayendo, tato es así que no tenemos cifras oficiales sobre ellos, como si su realidad no interesara.
No podemos afirmar que los datos dados por las autoridades sean fiables, pero el hecho es incuestionable. Solo algunas televisiones se han aproximado a ese hecho. Por no interesar, ni el Ministro de Derechos Sociales ha sabido decir esta boca es mía, pero el caso, duro caso, es que 2 de cada 3 fallecidos han sido ancianos internados en residencias y alguien tendría que dar la cara.
Por cierto, el dato afecta tanto a centros públicos como a privados, no ha habido distinción.
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