lunes, 14 de enero de 2019

HOY MEJOR QUE AYER

HOY MEJOR QUE AYER

Cuando el estado personal se viene abajo y de independiente pasas a dependiente hasta en las cosas más nimias, necesitas un empuje fuerte para levantarte cada mañana pensando, para animarte, que “hoy será mejor que ayer” . Uno necesita más tiempo (por falta de fuerza), más paciencia (propia y de los demás) más atención, más confianza. también algún abrazo y alguna sonrisa. Y no siempre dispone de todo eso antes de poner los pies en el suelo, por más que tenga que convencerse que, efectivamente, hoy será mejor que ayer.

Hay que apretar los dientes y ser decididos y quizá recordar la historia que nos hirió y que venimos arrastrando para aguantar el estado en que nos encontramos y no porque, como se suele decir, esa historia nos haya hecho más fuertes o nos haya enseñado nada, sino porque uno ha de ganarse su puesto en la vida que le toca.


Esa historia que decimos nos debe dejar salir de nuestra “concha” (como a las tortugas) y mirar alrededor para reconocer que otros elementos están tan solos como nosotros y cumplen su misión, como el sol, que, aún solo, sigue brillando,  por más nubes que intenten tapar su resplandor.

No se trata, pues, de “depender” de alguien, porque hay que aprender que haciéndolo erosionamos emocionalmente a ese alguien, aunque le necesitemos más que a nada.

Los demás deben aprender que lo más importante es que las personas cercanas vean lo que hay detrás de cada sonrisa, porque no es alegría precisamente, lo que late detrás de cada afecto o sentimiento o las razones que sustentan cada momento de silencio.


Para todos la vida es corta, muy corta… y no podemos llenarla de elementos negativos, de personas que nos eluden o nos desconocen. En esa corta vida TODO IMPORTA.

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