miércoles, 9 de enero de 2019

APRENDER A MARCHARSE

APRENDER A MARCHARSE

Alejarse de un sueño o ilusión duele, pero creo que es más dañino engañarse a uno mismo por no asumir el rechazo.

Querer permanecer en un sitio, porque nosotros sí queremos, porque nos hemos acostumbrado o porque sencillamente teníamos algunas expectativas diferentes, puede resultar malo para nuestro propio caminar.

El primer paso importante que debemos dar es el reconocer que no nos quieren, bien sea porque nunca lo han sentido o porque ese sentimiento ya se ha esfumado. 

Una vez reconocido, debemos aceptarlo y de la manera menos traumática para nosotros retirarnos con la mayor dignidad posible.

No importa qué hayamos hecho en el pasado, si hemos tolerado escenarios peores, todos tenemos la posibilidad de cambiar, de respetarnos, amarnos y cuidarnos más. 

Todos tenemos el derecho y el deber de permanecer en un sitio donde seamos queridos y valorados.


Nadie debe conformarse con menos de lo que merece y es justo en este punto donde la mayoría de las personas que atraviesan situaciones que las han expuesto a humillaciones, maltratos, engaños o cualquier otra circunstancia que las lastimen, tienen algún tipo de problema.

Lo que pensamos de nuestros merecimientos es muy importante. Cuando nos sentimos seres con valor propio, con condiciones cautivantes, capaces de enamorar, cuando sabemos lo que somos y lo que estamos dispuestos a entregar, resulta mucho menos frecuente enfrentarnos a situaciones donde no nos quieran o no aprecian nuestra presencia.

Si estamos claros de que merecemos lo mejor, si estamos dispuestos a colaborar con la felicidad de alguien más, si no somos mezquinos en sentimientos y no buscamos solo un bienestar individual, podemos estar tranquilos porque tendremos muy pocas probabilidades de atraer a nuestras vidas experiencias que nos lastimen o nos hagan sentir desubicados.

A veces nos hace falta pasar por ciertas experiencias dolorosas para tomar consciencia de nuestro valor, para entender que es mejor no esperar nada de nadie para no decepcionarnos, pero que por lo general basta con amarnos y establecer los límites de lo que podemos aceptar en cualquier tipo de relación.

Hay que recordar siempre que la principal responsabilidad es con uno mismo, si estás en una situación que te lleva a menos, tienes el deber de salir de ella. 

Equivocarse está bien. Confiar en las personas equivocadas, someternos a una situación dolorosa por no aceptar una realidad o por conformarnos con menos, carece de sentido y nos coloca en un posición donde nuestra dignidad se ve comprometida.


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