miércoles, 21 de noviembre de 2018

LA ATENCIÓN

LA ATENCIÓN

Nos tenían que enseñar desde pequeñitos que la ATENCIÓN no se pide, SE DA. Si alguien es en verdad prioritario y merecedor de esa ATENCIÓN, la recibe y si no, pues no lo es y no hay más que decir.

He de confesar que a mi me ha costado atenderlo y he rogado atención sin hacer mucho caso a esta máxima que anoto. Me he justificado diciéndome que era una manera de comprobar empíricamente que mis juicios de valor sobre algunas personas eran correctos, pero, al final, era yo, que me había construido un mundo irreal alrededor de personas que no me creían merecedor de esa atención.

Sigo pensando que siempre debe haber un tiempo para  un “CÓMO ESTÁS”, o un “”TE ECHO DE MENOS” y si no te lo dan es porque no sienten nada de eso, Y no vale de excusa el “no tengo tiempo”, quien de verdad “siente”, siempre tiene tiempo.


Se puede argüir que la comunicación tiene dos polos y que eso mismo puede achacarse al que necesita ATENCIÓN. Y es cierto. Particularmente hasta ahora me he sentido mal por no escribir o llamar para dar a entender que estoy pendiente de los demás. Pero cuando no se encuentra respuesta ni en esos casos, no es extraño que no te pregunten cómo estás.


Algunas personas piensan que estas cosas se escriben PARA DAR LÁSTIMA y nada hay más lejos de la realidad: se dicen para que otros vayan sobre aviso y dejen de mirar el mundo de color de rosa y de creer en los milagros. Tapar la realidad no es  hacerla desaparecer y decirla no es por lástima, sino expresar el comportamiento de unos seres humanos respecto a los demás. Es duro reconocer la crudeza de la realidad, pero necesario para enfrentarse a ella.

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