viernes, 2 de noviembre de 2018

ENSEÑAR A CONVIVIR EN LAS AULAS

ENSEÑAR A CONVIVIR EN LAS AULAS

Aunque los estudios sobre la violencia escolar señalan que, afortunadamente, en nuestro país no tiene una incidencia demasiado frecuente y preocupante, vivimos a diario las situaciones de conflicto, indisciplina, acoso, comportamientos disruptivos, peleas, violencia diversa, etc. Y hemos podido observar a su vez la escalada creciente de actos violentos que se observa en otros países

Por ello se hace necesario adquirir desde la escuela un compromiso especial para luchar contra todo tipo de violencia, invertir esfuerzos en la prevención de la violencia y en la mejora de la convivencia escolares.

Otra cosa que preocupa al profesorado es un conjunto de comportamientos que no se pueden considerar como violencia pero sí están relacionados con problemas de convivencia en el aula y suponen una especie de “música de fondo” de actos violentos, los denominados comportamientos disruptivos como la falta de respeto, boicot permanente, falta de puntualidad, provocaciones, comentarios hirientes, insultos, robos, desafíos, etc.


En estas líneas y tal y como recoje el informe Delors (1996) uno de los principales retos de la educación actual es aprender a convivir con los demás. En consecuencia si el objetivo para los sistemas educativos actuales es la convivencia… a convivir se aprende o dicho en otras palabras, hay que enseñar y aprender a convivir.

Para ello, la convivencia exige un proceso de enseñanza-aprendizaje de una serie de competencias personales y sociales, las cuales no vienen dadas por la naturaleza, sino que hay que adquirirlas a través de la educación. Esta serie de competencias necesarias para la convivencia, son las denominadas competencias emocionales, tales como, la conciencia emocional también relacionada con la conciencia moral, regulación emocional, asertividad, autonomía emocional, empatía, escucha activa, etc.

En esta labor educativa, la alfabetización emocional, educar las competencias emocionales, se convierte en un aspecto esencial que debe ser compartido por la comunidad educativa (administración, familia y personal docente y no docente). Para ello la planificación y desarrollo de programas en educación emocional se presenta como una herramienta eficaz de prevención primaria de la violencia y por consecuencia de la mejora de la convivencia escolar y del clima escolar y del aula.

En conclusión, la educación debe transmitir los valores que hacen posible la vida en sociedad, singularmente las competencias personales y sociales para la convivencia democrática y el respeto mutuo.


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