Hay temas sobre los que cuesta escribir pero que uno se ve impelido a hacerlo ( y repetirse) porque no se pueden poner velos a la realidad y porque, en definitiva, nos gustaría que nunca ocurrieran. Esa es la razón para volver / seguir con la violencia juvenil.
La culpa (si se puede decir así) o el motivo está anotado en el informe Anual de la Fundación Anar que señala que que entre 2009 y 2016 se han multiplicado por 10 los casos de violencia de género y que, solo entre 2014 y 2015 hubo un aumento del 35% de esos casos.
Lo peor de todo es la constatación de que van en aumento los casos de violencia entre menores (318 casos de menores en 2015, el 85% de los cuales eran españoles). Peor aún: en el 50% de los casos los infractores (agresores) tenía menos de 18 años.
Hay datos adicionales que tampoco animan al optimismo: El 53% de las jóvenes menores cree que el hombre debe proteger las mujeres y el 80% de ellas afirma conocer actos de violencia entre parejas de su edad.
En otro informe (INE 2015) se constata que 9 de cada 10 menores admite ejercer violencia psicológica con su pareja.
El último componente al que quisiéramos referirnos es que el 70% de los menores confiesa sufrir violencia a diario y desde hace tiempo (un año aproximadamente) y que el ACOSO ESCOLAR va en aumento.
La mencionada Fundación Anar recoge unas recomendaciones para los padres que quisiéramos ayudar a difundir:
•Tenga en cuenta que el castigo físico genera daño en su hijo/a y cuestiona su dignidad como persona, no su comportamiento inadecuado.
•Su hijo/a le tendrá miedo y aumentará la distancia emocional con usted.
•Le está enseñando a su hijo a ser violento si usted lo es.
•Usted puede ser un modelo de autoridad sano si no incluye ninguna forma de violencia en sus sanciones, si cuestiona la conducta pero no a la persona, si ofrece un ejemplo adecuado de comportamiento, si es capaz de darse el tiempo que necesita para sancionar razonablemente a su hijo/a.
•Utilizar la violencia en su repertorio de acciones posibles para sancionar la conducta de su hijo/a supone un fracaso y desvela una falta de habilidad. Usted siempre tiene la oportunidad de identificar su error, corregirlo y pedir ayuda para superar sus dificultades.
•Procure buscar ayuda si usted como padre identifica que: tiene pocas habilidades para resolver conflictos, ha sido víctima de maltrato/abuso en su infancia y considera que esta experiencia le puede afectar, reacciona excesivamente ante los estímulos incómodos, presenta poca tolerancia ante situaciones estresantes, tiene dificultades para gestionar sus propias emociones, tiene problemas de adicción.