En octubre de 2008 nos hacíamos eco de un blog en el que (Araceli Oñate) decía sobre LA VIOLENCIA EN LAS AULAS:
“Pese al apagón informativo decretado por Gobierno y Comunidades Autónomas, la Violencia crece en las aulas. Las autoridades educativas, a falta de prevención eficaz e incumpliendo su obligación legal de garantizar una escuela libre de violencia, “cargan” contra padres, niños y profesores, convirtiéndoles en “culpables” de un sistema educativo fraudulento del que todos son víctimas”.
Chavales de 9 años queman el pelo a un compañero, una niña de 15 recibe una brutal paliza a manos de sus compañeras y un padre entra a martillazos en un colegio, tras recibir la llamada de auxilio de su hijo amenazado por su agresor y un grupo de compañeros.
La Violencia crece en las aulas y criminalizar a la infancia tachándola de racista, xenófoba, sexista y antisemita es la perversa cortina de humo que nuestras autoridades educativas ya han empezado a lanzar para distraer la atención de un desastre educativo que sitúa a España en el vagón de cola y a nuestros profesores, en una situación de alto riesgo psico-social.
La Violencia y el acoso escolar no son un tipo más de Violencia de Género, dos de cada tres niños son acosados por niños y dos de cada tres niñas son hostigadas por niñas; nuestros jóvenes comparten sus clases y trabajos diarios en aulas que parecen réplicas de la ONU y el antisemitismo en España es un invento ministerial.
El broche de oro de esta ceremonia de la confusión es la nueva camisa de fuerza química con la que estamos maniatando a una infancia dañada por el exceso de trabajo y la falta de atención de los adultos y a una adolescencia que denuncia la incapacidad de las actuales estructuras sociales de proveer a nuestros jóvenes de la necesaria norma social.
Una infancia a la que se roba el derecho a jugar en la calle y se condena a engancharse a la play. Niños amenazados por “la pastilla de portarse bien” que lejos de buscar el interés superior del menor etiqueta como patología un simple proceso de maduración.
La infancia es la parte más vulnerable de nuestra sociedad y los frecuentes errores diagnósticos que confunden la intranquilidad psicomotora y la falta de atención del niño acosado y de la víctima de Estrés Postraumático, representan uno de los graves atentados contra la infancia que nuestra sociedad se empeña en ocultar.
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