Muchas veces hablamos del ser humano como entre individual y en él centramos nuestros análisis. No está mal que sea así, pues cada uno es único, irrepetible y lleva su propio discurrir por la vida, por esa vida que lo va modelando.
Lo hacemos tanto que a veces olvidamos que ese ser humano no es nadie sin los demás, que necesita el apoyo de otros para dar sentido a ese “discurrir” vital que mencionábamos y también proyectarse en los demás.
Quizá eso sea así por nuestra inseguridad o porque buscamos algo que queremos encontrar y necesitamos saber si los demás han conseguido el plano de eso que podemos llamar “mejor lugar”.
Nos puede parecer un poco triste que estemos en la vida, tomemos decisiones, existamos… y al final solo seamos depositarios de nuestras dudas y que busquemos la seguridad en los demás, en los otros.
Gozamos de la libertad en toda su extensión, pero… dudamos de su uso o de lo que podemos conseguir con ella. ¿Acaso no encontramos las respuestas que necesitamos? o ¿acaso necesito todas las respuestas antes de caminar en pos de algo porque lo que prima en mi es el egoísmo?
Dudamos tanto que nos privamos de VIVIR, de DISFRUTAR y quizá también de distinguir entre realidad y deseo.
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