Sirena,
de ojazos verde esmeralda,
labios de rubí y cuerpo de marfil,
Una vez, hace ya tiempo...
Volé, y te busqué
en las inmensidades del Cielo,
entre enormes nebulosas, galaxias,
cuásares y agujeros negros,
Andrómeda, Via Láctea, Carina...;
entre miríadas de estrellas,
me saludaron Isis, Maia, Altair,
Atenea, Electra, Venus, las Pléyades,
y muchas, muchísimas más;
quédate con nosotras, me dijeron, pero no supieron darme noticias de ti.
Nadé y te busqué
en las profundidades de mares y océanos,
en lagos, lagunas, charcas, ríos y fuentes,
en simas y oquedades profundas,
en aguas plácidas y tormentosas,
dulces y saladas, claras y emponzoñadas,
pregunté por ti a millones de peces y otros seres,
y ninguna luz de ti.
Caminé y te busqué
en infinitas llanuras, praderas, altiplanos,
páramos, estepas, planicies y mesetas,
donde el horizonte se pierde,
en inacabables y gélidos hielos,
donde el Sol no se pone;
en selvas, bosques, arbustos y matorrales;
en valles, barrancos y despeñaderos;
en montañas, collados, cerros y colinas;
grité desde las más altas cumbres,
y sólo un eco triste me respondió,
de tu anhelo, solo oscuridad.
Todo lo que quería, eras tú.
Buscándote, me perdí, desfallecí,
y, agotado, sin poesía me quedé.
Ya, sin aliento, dormida,
en mi corazón te encontré.
JESÚS ARAGÓN. 14 febrero 2020-
Gran amigo que vive entre tres mundos. Dos terrenales y uno (amplio) de afectos, regidos y vigilados por quien él sabe y que es a quien se dirige este poema del día del Amor y de la Amistad.
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