Los enfermos crónicos tienen que hacer de “tripas corazón” en muchos momentos de su proceso biológico, solo por agarrarse a la vida. Esa cronicidad no es lineal y, a veces, la biología les pone al límite.
Esas veces es fácil que, por cualquier cosa, esa persona se note más afectada y le vengan lágrimas gruesas y saladas. El origen puede ser de lo más variado: una palabra, un gesto, no poder hacer cualquier cosa, un recuerdo…
Cuando algo de eso ocurre, aunque sea insignificante en su origen, el dolor que provocan es profundo y parece irreparable.
Esas personas piensan que son frágiles o débiles, olvidan el día a día, lo que vienen soportando, el tiempo que pasan en el sótano de la vida, las cosas a las que han tendido que renunciar… pero no hay nada ni nadie que pueda evitar que piensen que todo se acabó o que está a punto de acabar.
Se lamentan de estar viviendo al límite.
No hay comentarios:
Publicar un comentario