LO QUE SOMOS
Algunos sesudos científicos dicen (con razón) que los seres humanos solo somos un puñado de átomos, pero a mi me gusta pensar que somos un conjunto de historias, esas que han ido conformando nuestros recuerdos y, de paso, nuestra forma de ser, pensar y sentir. Puede ser mentira, pero me suena mejor.
No siempre estamos bien y menos cuando arrastramos males sin solución, pero seguimos peleando, aunque nos caigamos, porque entre caer y levantarnos están nuestras vivencias en algunos momentos de nuestra vida.
Alrededor y durante temporadas más bien cortas, otras personas suelen aconsejarnos, pero todos lo hacen sin haberse puesto nuestros zapatos y haber recorrido nuestros caminos, por lo que nada saben de nuestra pena, dudas, temores… nadie más ha recorrido conmigo el camino y los lugares en los que tropecé, ni cómo me levanté y seguí. Es cierto que todos tenemos una historia detrás, pero cada historia vale para un solo camino, no para el caminar de todos.
Mientras vivimos carecemos de buenas relaciones las más de las veces. Hay excepciones, gloriosas y excelentes excepciones, de personas que aceptan nuestro paso, nos apoyan ahora y nos motivan a seguir luchando. Esas son impagables, gloriosas… y a ellas las debemos buena parte de las fuerzas con las que nos enfrentamos al futuro.
Hay un poema del japonés (OSHO) que nos ayuda a distinguir muy bien la diferencia entre madurar y envejecer, variables ambas que marcan nuestro devenir:
“Todos los animales
son capace de envejecer.
Crecer es una prerrogativa
del ser humano.
Solo unos pocos reivindican ese derecho.
Hay una gran diferencia
entre madurar y envejecer.
Todo el mundo envejece,
todo el mundo se vuelve viejo,
pero no necesariamente maduro.
El envejecimiento no es algo
que tú haces, sino algo
que sucede físicamente.
La madurez es un crecimiento interior.
La madurez es algo
que tú aportas a la vida.
Surge de la conciencia.
Los buenos amigos nos ayudan a madurar y a seguir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario