LA FAMOSA RESILENCIA
Una persona amiga, que sabe de mi estado desde no hace mucho tiempo, me ha hecho llegar el concepto de “resilencia”, del que ya hemos escrito en este blog.
Me da la definición de LUTHAR: “la resilencia es un proceso dinámico que tiene por resultado la adaptación positiva en contextos de gran adversidad”.
Es una buena definición, que, como digo, ya hemos usado, pero a mi me gusta más contemplarla como la capacidad de hacer frente a las adversidades y de transformar el dolor en motor para seguir adelante. Creo que es mucho más consistente para los procesos crónicos y degenerativos en los que estamos ambos (quien me hace el envío y yo mismo).
Asumirla así no significa, ni mucho menos, que uno pueda esforzarse siempre del mismo modo ni hacerlo solo. Hay bajones imposibles de superar y soledades que agarrotan las fuerzas.
Como ejemplo me ofrece la técnica japonesa del “Kintsukuroi”, según la cual parece que los japoneses creen que cuando algo ha sufrido un daño y ese “algo” tiene un significado especial, se vuelve más hermoso si se pegan las piezas rotas y se rellenan sus grietas de oro o plata. Esto es, en vez de ocultar los defectos, se aumentan, ya que se han convertido en prueba de la imperfección y la fragilidad y, por lo mismo, de la resilencia.
Supongo que eso se corresponde con una cultura. En la nuestra… ese objeto nunca volverá a ser el mismo, precisamente porque ha dejado de ser como era, porque ha demostrado su fragilidad, porque YA NO ES EL MISMO.
Y creo que así somos vistos los “crónicos” e “irreparables” seres humanos sujetos a procesos que no tienen otra solución que la RESILENCIA (adaptase al proceso de deterioro en el que están sumidos).
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