LA HISTORIA DE CADA UNO
Existe una tendencia, yo diría que casi natural, a observar y juzgar a los demás, aun cuando solamente contemos con pequeños rasgos de su comportamiento, que no de sus pensamientos.
Nos olvidamos del camino que cada uno recorre y de sus dificultades, dejamos a un lado las penas, alegrías, fracasos y aciertos de los demás y no damos importancia a las pruebas que cada uno ha soportado. No importa para nada analizar lo que para muchos significa levantarse y seguir adelante… Vamos, que no solemos tener en cuenta la historia de los demás, solo nuestra propia historia.
Por otra parte ideamos el pasado de lo otros, eso que solo hay que aceptar y no lamentar y que forma nuestro recuerdo, nos olvidamos que el futuro no se deja planificar y que solo se vive el presente y no hay que discutirlo, porque cada uno llega a “este momento” en unas condiciones.
No somos honestos con los demás. Creemos que todos los demás son o pueden ser tóxicos en algún momento, que de todos modos van a estar a nuestra disposición en cuanto lo pidamos, por más egoístas que los juzguemos. No nos importa abusar de su buena disposición y de su paciencia.
Y la verdad es que por muchas personas que tengamos alrededor, no se suele morir de o por amor ni se puede vivir de recuerdos (aunque sea el único argumento que tengamos a mano). De amor y recuerdos se llora, pero bajo la condición de superarlos y de seguir adelante a pesar de los pesares.
Y nada de eso figura en los argumentos de quienes nos juzgan.
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