jueves, 17 de octubre de 2019

UN RECONOCIMIENTO AL OTOÑO

He de confesar que nunca me ha gustado el otoño, quizá porque era un escalón hacia el invierno, aunque de de matizar que soy un enamorado de sus colores, al menos de los que ví en mi infancia y juventud.

Quizá también porque la únicas festividades que guarda es la de los días 12 de octubre, 1 de noviembre y 6 y 25 de diciembre (sean laborables o no). O, también, porque los cambios atmosféricos que acarrea me afectan negativamente. No lo sé ni me preocupa lo más mínimo, pero no está mal reconocerlo para reflejar todo eso en la lectura de este poema.


OTOÑO 

En llamas, en otoños incendiados,
arde a veces mi corazón,
puro y solo. El viento lo despierta,
toca su centro y lo suspende
en luz que sonríe para nadie:
¡cuánta belleza suelta!

Busco unas manos,
una presencia, un cuerpo,
lo que rompe los muros
y hace nacer las formas embriagadas,
un roce, un son, un giro, un ala apenas;
busco dentro mí,
huesos, violines intocados,
vértebras delicadas y sombrías,
labios que sueñan labios,
manos que sueñan pájaros...

Y algo que no se sabe y dice «nunca»
cae del cielo,
de ti, mi Dios y mi adversario.


(Poema de Octavio Paz (1914-1998). De Poemas del Alma.  Octavio Paz fue premio Nobel de Literatura en 1990 y Premio Cervantes en 1981).

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