viernes, 18 de octubre de 2019

COSAS QUE DUELEN

Nada duele más que ser decepcionado por la única persona que creí que nunca me haría daño. 

Ese es mi sentimiento, pero una de esas frases que van apareciendo en las redes sociales me lo ha recordado, me ha hecho rememorar toda una historia.

Ni quiero ni estaría bien traer ahora aquí el pasado, aunque esa decepción anide en él. No serviría de nada ni nadie se sentiría afectado por ello. Pero la frase, el momento, mi estado, lo que sea… me ha llevado a notar la cicatriz, como se notan los huesos cuando cambia el tiempo.


La soledad, esa de la que este blog ha recogido bastantes comentarios y que me acompaña, efectivamente me ha hecho contar con un muro de defensa contra muchas cosas y personas, también a notar el vacío que supone luchar individualmente por la vida y, por encima de todo, a reflexionar y a replantearse a pecho descubierto todos los elementos que han ido depositándose en el recorrido personal.

En el reducto y pequeña zona de “confort” (solo porque no es tan mala como el resto) uno puede librarse de muchas cosas, pero NUNCA de las personas, al menos de aquellas que han significado algo o que han dejado alguna huella (buena o mala). Uno apreciaría, en muchos momentos, la presencia de muchas de esas personas siquiera fuera por limpiar la mente, ya que no todas darían un abrazo o un empujón ante los problemas de la vida.

Al final uno se encuentra solo contra el mundo, justo en el momento en que existen más obstáculos que superar. 

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