Todo lo que nos ocurre tiene un principio y un final, no importa lo que sea ni la importancia que le demos y, con el tiempo, con poco tiempo, recordarlo será solo una anécdota.
Ese modo de entender el camino de la vida nos debe llevar a aprovechar lo bueno que nos acontezca y a dar menos importancia a lo negativo. Todo, al final, es cuestión de paciencia.
El objetivo es AVANZAR y exprimir, positivamente para cada uno, el recorrido, aprovechar las experiencias y ser flexible para asumir los cambios que esas experiencias nos vayan proporcionando o exigiendo y, sobre todo, A QUE NO SE ESCAPE NADA DEL PRESENTE.
Todo pasa, efectivamente, pero de todo queda algo, por muchos cambios que nos exijan las vicisitudes de nuestra vida, porque TODO va dejando algo en nuestra ESENCIA, en nuestra forma de ser y de analizar el mundo.
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