viernes, 7 de junio de 2019

VIVIMOS DE LO RABIOSAMENTE ACTUAL

No pretendemos dar lecciones ni hacer de estas entradas un tratado científico, por lo que rogamos perdonen los lapsus y, dicho eso, vayamos al asunto.

Entre las últimas (y no tan inútiles teorías) que están surgiendo últimamente está la denominada NEUROCIENCIA, que, en sí misma, es digna de todo elogio y lleva detrás mucho conocimiento, mucha racionalidad y tiene muchísimo y amplio futuro, aparte de muchas campos de aplicación.

El problema surge cuando los pseudogurús y “divulgólogos”, que apenas han leído el preámbulo de uno de los escritos de investigación comienzan a divulgar el tema al campo de sus intereses, sea este el que sea.

Lo he visto aplicado a la educación, la medicina, la bioquímica, la sociología y, últimamente, a la democracia y a la demagogia.


Lo último es fácil, porque demagogia es lo que se está haciendo con este campo de investigación y no por parte de los investigadores (insisto).

No es que, en una rápida abstracción, no pensemos que, dado lo que sabemos sobre la domesticación y manejo de las masas, que desde la neurología no podríamos tener un campo más fácil para la manipulación, sino que eso NO SE HA INVESTIGADO. Suponemos que se toma como referencia ese dejarse llevar por lo actual, complaciente y fácil, que nos ha traído el posmodernismo actual.


Lo demás que nos dicen, para mostrar sus argumentos los “tertulianos”, es sabido desde los griegos para acá, porque desde entonces es sabido que la razón y la voluntad están muy unidos a la afectividad y en eso se apoyan acciones tan serias como los nacionalismos, las guerras de religión o étnicas y tantas otras confrontaciones humanas.

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