miércoles, 26 de junio de 2019

LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN

La libertad de expresión creo que es “la marca de clase” de cualquier democracia, de tal modo que, sin ella, ninguna sociedad puede ser tildada como libre. Y la libertad puede que sea la única razón por la que luchar.

Pero hasta en el núcleo de ese concepto ha tenido que entrar el “modernismo” reduccionista, ese que busca la felicidad y los silogismos para que las cosas sean como ellos (los modernistas) dicen y no como son. Pareciera que ahora “libertad de expresión” es decir lo que me de la gana, en cualquier momento y sin respaldo ni razonamiento alguno, olvidando que esa libertad, como cualquier otro derecho humano, lleva detrás unas obligaciones.


Sócrates, hace ya mucho tiempo, hablaba que esa libertad debería pasar tres filtros para ser asumida como tal, para respetarla:

    1. LA VERDAD, para lo cual tendríamos que preguntarnos si estamos absolutamente seguros de que lo que vamos a decir es CIERTO.
    1. LA BONDAD, ¿lo que queremos decir es algo bueno y merece la pena?
    1. LA UTILIDAD, ¿lo que, con libertad, vamos a expandir, será útil?
Porque si lo que vamos a EXPRESAR no es CIERTO, NI BUENO, NI ÚTIL…¿PARA QUÉ DECIRLO?

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