lunes, 3 de junio de 2019

SER BUENA PERSONA

En muchas ocasiones nos sentimos mal por la sola causa de intentar ser amable ante personas que ni se dan por enteradas o no lo manifiestan, por mucha unión que hubiera con ellas en otros momentos.

Suponemos que los demás, al menos los conocidos, nos darían una respuesta parecida. Quizá nos olvidamos de sus momentos, de sus vicisitudes, pero “¿siempre?”.
En estos tiempos está claro que prima el interés personal por encima de todo y un cambio de sensibilidad crucial entre lo de uno y lo de los demás. Puede ser que sea el momento histórico, pero… no sé si responder a la bondad con el desprecio es la mejor forma de construir un mundo de relaciones.

La vida tiene muchas jugadas escondidas, es cierto, pero hacen falta experiencias para que la bondad sea vista como algo sin valor, sin sentido o, en el mejor de los casos, como un egoísmo (“si ese se porta bien es porque quiere algo”).

Creo que es mejor pensar que la la bondad aporta luz a las relaciones, que siempre regresa, que hace más fácil aceptar a los demás, que es un comportamiento mucho más justo.


Es triste comprobar que, ante mi necesidad de contacto, se encuentra más abandono o desprecio (el silencio puede ser una muestra de él).

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