martes, 25 de junio de 2019

A VECES, MUCHAS VECES…

A veces uno no está bien, nada bien, pero como es cosa de uno no quiere provocar que otros, los más cercanos al menos, lo sepan o no quiere explicar qué le pasa, porque hay muchas cosas que influyen en su estado, pero le gustaría que alguien lo notase y ,sin pedírselo, sin mediar palabras ni aún contando con su presencia, le abrazara.

A la vez, uno es consciente de que es normal que la vida nos sacuda, nos dé muestras de nuestra pequeñez y que lo haga con fuerza, para aprender a saborear el TIEMPO, cosa que no es fácil de aprender.


A veces hay que caer en la depresión, en la angustia o en lo que sea eso que hace que no quieras moverte ni actuar. Es la manera de aprender lo que vale la pena el esfuerzo para mantener el tono vital, la dignidad, la entereza… ante los demás.

A veces perdemos la perspectiva de que hay dos fuerzas necesarias, pero difíciles de luchar contra ellas o contra el efecto que provocan en nosotros: son EL TIEMPO y LA PACIENCIA (de la que hemos hablado en algunas ocasiones)


A veces olvidamos que hemos de mantener la UTOPÍA, por encima del tiempo y de  la paciencia. Es cierto que la utopía es como el horizonte, uno camina en pos de ella, per ella hace lo mismo alejándose de nosotros, pero sin UTOPÍA no caminaríamos. La utopía es nuestro acicate, nuestra fuerza. 

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