domingo, 23 de junio de 2019

A VECES HAY QUE SALTARSE LA CENSURA

A veces, aunque a los lectores no les guste (y quizá tampoco al que esto escribe) hay que saltarse todas las barreras y decir lo que se siente, por encima de todo y de todos.

La verdad es que en cada entrada a este blog hay algo de eso, siempre ha quedado al menos una frase pensada más para la salud mental que para que quede bonita ante los demás. Pero siempre hay personas con susceptibilidades especiales.

No puedo decir, porque soy incapaz de analizarlo con cordura, si los que han convivido conmigo han recibido de mi poco o mucho, bueno o malo, pero, a pesar de esos saltos de la censura, he de decir que siempre intenté dar más con el corazón que con la razón.


Soy consciente de que, como dijo Ludwig WITTGENSTEIN, los límites de mi lenguaje son los limites de mi mundo y que, por lo mismo, es posible que mis palabras sean limitadas y no expresen lo que yo quiero decir, pero también sé que nadie puede seguir viviendo sin limpiar su corazón, sin colocar en orden de importancia su pasado y sin perdonar incluso la ignorancia de los demás o su mala interpretación de mis palabras.


A veces uno elige dirigir sus afectos (asumiendo las consecuencias al caso) para que llene los días de soledad, para temblar con esa persona, para poder seleccionar experiencias consistentes, para volar…. pero uno no piensa que intentar volar sin red es un riesgo demasiado alto. Y, aunque no queramos, se impone la censura.

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