martes, 7 de agosto de 2018

LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN

LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN

Siempre me ha preocupado definir el amplio campo de eso que denominamos “libertad de expresión”, entre otras cosas porque debajo de ella se esconden demasiadas cosas, por ejemplo: “por lo digo yo”, “porque" mi opinión -que nunca he contrastado- vale igual que la suya -por muy contrastada que sea-, eso es lo que “pienso”.

Quiero dejar claro que DEFIENDO ESA LIBERTAD Y LA LIBERTAD EN SÍ MISMA y en toda su amplitud, pero siempre que cumpla con algunos requisitos, porque pensar debe ser anterior al decir y también porque expresar en público una opinión o una postura tiene que tener unos acotamientos, en caso contrario no es más que acumular palabras sin sentido.


Primero, la libertad de expresión es válida cuando es expresada por personas con cierto nivel de control intelectual, al menos emocional. (No hablo de nivel escolar, porque ese no es exigible a mi entender)

Segundo, la libertad de expresión debe ir en consonancia con la certeza, al menos con la seguridad de lo que digo es CIERTO, al menos en un nivel aceptable de verdad asumida por muchos.

Tercero,  la libertad de expresión no tiene nada que ver con la queja, con la crítica, sino con la MEJORA, esto es, con el cambio de la realidad personal o social.

Cuarto, aunque lo que escribo se parezca a la definición de los “Filtros de Sócrates” es necesario que esa libertad expresada sea ÚTIL, para uno mismo y para todos los demás, en caso contrario lo dicho se quedaría en una simple conjetura más cerca de la crítica visceral que de la libertad de expresión.

Si lo que hay que decir no cumple estos requisitos, no considero que se pueda alguien amparar en la libertad de expresión, sino en cierto desahogo personal que más vale solucionar en privado.
Hay un dicho árabe que viene muy bien: “si lo que vas a decir no es más hermoso que el silencio, mejor quédate callado”. 


Creo que va siendo hora de que todos nos apliquemos el cuento.

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