ES DE BIEN NACIDOS SER AGRADECIDOS
Desde pequeños nos han repetido una y mil veces que hay que dar las gracias y respetar a aquellas personas que hacen algo por nosotros. Dar las gracias formaba parte del comportamiento exigido, hasta el punto de que hacíamos nuestra la frase que sirve de título a esta entrada: “Es de bien nacidos ser agradecidos”.
A medida que vamos creciendo comprobamos que es así, que es un saber que debe formar parte de nuestra vida y de la de la de la que nos que rodean y que ser desagradecidos nos convertiría en personas despreciables.
Tenemos asimilado que dar las gracias es algo positivo, que nos hace mejores y dan sentido a las relaciones que mantenemos con los demás.
De todos modos aprendemos, a la vez, que hay personas que no son agradecidas, unas veces porque se creen merecedoras de lo que se hace por ellas y otras porque creen que lo que reciben no es o es menos de lo que se corresponde con lo que han hecho.
Esas personas mal agradecidas o desagradecidas son personas que, a su vez, parece que siempre andan con necesidades que requieren que los demás arreglemos o ayudemos a arreglar. No se paran a identificar sus problemas o su responsabilidad en ellos, solo en el requerimiento a los demás.
Esas personas, a su vez, no tienen tiempo para los demás y menos para aquellos que les han ayudado y aún menos para agradecerlo.
Las relaciones deben establecerse sobre la confianza en la ayuda mutua, pero es algo que no aparece en el esquema de valores de los desagradecidos. Solo tienen grabado que hemos de ayudarles cuando necesitan algo. como si eso fuera un derecho solo suyo y el mundo y las personas giraran a su alrededor.
Las personas ingratas, desagradecidas, se suelen volver contra uno, porque pareciera que no tienen nunca suficiente ayuda o entrega.
La lección podría ser: “Si alguien te ayuda o hace algo agradable para ti sin ninguna expectativa de recompensa, agradéceles siempre que tengas una oportunidad. A veces ser reconocido es recompensa suficiente.”
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