lunes, 3 de diciembre de 2018

A ESTAS ALTURAS DE LA VIDA

A ESTAS ALTURAS DE LA VIDA

Llega un momento, cada uno tiene el suyo, en que suele dejar de gustarnos lo complicado, preferimos los simple y lo basado más en lo emocional que en lo racional.

En ese momento nos llega más y nos llena más un abrazo, la palabra/frase “cuídate”, un buenos días…. detalles que nos dicen de la presencia y el recuerdo de las personas que nos van llenando el corazón porque nacen en él y nos llegan con ese significado.

Son palabras que rompen la “soledad emocional” y nos ayudan a percibir que tenemos un apoyo en el que sustentarnos, que hay reciprocidad.

Mi cale en El Burgo de Osma. Mi casa está encima de los portales de la derecha.

La soledad emocional puede rompernos los andamios en los que sustentamos nuestra existencia, porque se da aun estando acompañados, quizá porque echamos en falta esa reciprocidad que apuntábamos, esa reciprocidad que genera calma.

Nos resistimos todos a ser invisibles. 


Gustavo Adolfo Bécquer decía al respecto: “La soledad es muy hermosa… cuando se tiene junto a alguien a quien decírselo.

2 comentarios:

  1. Hola Ángel.Que razón tienes!!!Sí, al pasar el tiempo lo afectivo es sin duda lo más importante.Que sepas que yo te recuerdo siempre con cariño, desde que te conocí en Zaragoza,en el grupo de colegas/amigos del que formaban parte Juan Manuel Escudero, Enrique García y algún compañero y compañera más ( pocos,pequeño grupo).Me gustó e hizo gracia como describías el proceso de tu reciéntísima oposición a cátedra, tu fina ironía y tu sentido del humor un tanto agridulce dulce.En fin, que me caíste bien.Desde entonces hemos coincidido en algún congreso y oposición,solo por breves,momentos y cada varios años.No obstante siempre he conservado aquella imagen,con aprecio, del jovencísimo catedrático que comentaba sus andanzas en clave de humor.

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  2. Hola Ángel.Que razón tienes!!!Sí, al pasar el tiempo lo afectivo es sin duda lo más importante.Que sepas que yo te recuerdo siempre con cariño, desde que te conocí en Zaragoza,en el grupo de colegas/amigos del que formaban parte Juan Manuel Escudero, Enrique García y algún compañero y compañera más ( pocos,pequeño grupo).Me gustó e hizo gracia como describías el proceso de tu reciéntísima oposición a cátedra, tu fina ironía y tu sentido del humor un tanto agridulce dulce.En fin, que me caíste bien.Desde entonces hemos coincidido en algún congreso y oposición,solo por breves,momentos y cada varios años.No obstante siempre he conservado aquella imagen,con aprecio, del jovencísimo catedrático que comentaba sus andanzas en clave de humor.

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