LOS SUEÑOS
Decía José Saramago:
“… El hombre que sueña quiere resistir, pero el miedo es más fuerte, y allí no hay nadie a quien tuviese que mostrar valor…”
Y efectivamente es así. Todos tenemos sueños y la esperanza o la ilusión de hacerlos realidad, pero nos atenaza la incertidumbre o circunstancias adversas que atan y nos disipan la luz de la esperanza.
Hace mucho tiempo leí el texto que quiero compartir hoy. Habla de eso que muy pocas veces tenemos el valor de decir, pero que, de acuerdo a esas circunstancias que decía late en muchos de nosotros. No creo que merezca comentario. Ha recorrido las redes sociales con profusión. Por mi parte solo solo quiero añadir el hecho de que lo suscribo letra a letra:
“En este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de un amor y la compañía de mis amigos. Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer papas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila. También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por los que pago con gusto el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No dejar de sorprenderme de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera por aquí. Solo quiero eso”.