jueves, 26 de diciembre de 2019

LOS AMARRES DE NUESTRO BARCO


Desde pequeño aprendí que uno es esclavo de lo que dice y dueño de lo que calla. Y no sólo no lo he olvidado (a pesar de que cada día diga cosas en público). sino que lo traigo a colación porque poco a poco uno va aprendiendo más cosas de las palabras y sus peligros. Por ejemplo que nunca regresan (se van con el viento), que arropan muchas veces mentiras, orgullo y envidia (que son sangrantes).


También se aprende que el tiempo nunca regresa, que la paciencia en algo de lo que hay que disponer para seguir en la vida, tanto como la esperanza y la honestidad, pero, sobre todo, que al final solo hay tres cosas que merecen la pena: LA FAMILIA, EL AMOR Y LA AMISTAD.
El trabajo en este campo es difícil, porque sobre él todos opinan, todos saben, todos aconsejan… pero desde su sillón, desde su visión, sin tomar en consideración lo que uno siente. Creo que todos hemos de aprender también a abrazar, a escuchar, a comprender…

No hay comentarios:

Publicar un comentario