jueves, 12 de diciembre de 2019

A LO LARGO DE LA VIDA

En el recorrido de la vida uno va conociendo a multitud de personas, que, desde el recuerdo, son como una serie de personajes de una película, de nuestra película.

Unos quedarán como meros figurantes, otros como extras y unos pocos como protagonistas. El criterio es personal, claro, así que no hay que dar vueltas al asunto.

Del mismo modo que decía El Principito, “es una locura odiar a toda las rosas porque una nos pinchara. Lo es también renunciar a todos los sueños porque uno no se realizara”, sería un error enjuiciar a todas esas personas con el mismo rasero, solo porque alguna se haya portado mal.

Hemos de distinguirlas sabiendo que lo que escuchamos o nos dicen son solo opiniones, no hechos y todo lo que vemos, no es más que la mirada desde una perspectiva, no la verdad absoluta.
Es cierto que no debemos olvidar quién ha caminado con nosotros cuando otros nos daban a espalda, pero creo que nunca hemos de dejar las puertas cerradas. Por ellas pueden regresar algunos que se fueron o entrar otros que van llegando.


Al final parece claro que hemos de hacer las paces con el pasado, no dar importancia a lo que los demás puedan pensar, dar tiempo al tiempo para que los ánimos se serenen, no compararse con nadie y aprender que la felicidad tiene un solo responsable; uno mismo. 

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