martes, 31 de diciembre de 2019

FELIZ Y VENTUROSO 2020

LEALTAD CON UNO MISMO

Conté mis años y descubrí, que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante, que el que viví hasta ahora…/
Me siento como aquel niño que ganó un paquete de dulces: los primeros los comió con agrado, pero, cuando percibió que quedaban pocos, comenzó a saborearlos profundamente./
Ya no tengo tiempo para reuniones interminables, donde se discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos, sabiendo que no se va a lograr nada./
Ya no tengo tiempo para soportar a personas absurdas que, a pesar de su edad cronológica, no han crecido./
Ya no tengo tiempo para lidiar con mediocridades.
No quiero estar en reuniones donde desfilan egos inflados.
No tolero a manipuladores y oportunistas.
Me molestan los envidiosos, que tratan de desacreditar a los más capaces, para apropiarse de sus lugares, talentos y logros./
Las personas no discuten contenidos, apenas los títulos.
Mi tiempo es escaso como para discutir títulos.


Quiero la esencia, mi alma tiene prisa…
Sin muchos dulces en el paquete…
Quiero vivir al lado de gente humana, muy humana.
Que sepa reír, de sus errores.
Que no se envanezca, con sus triunfos.
Que no se considere electa, antes de hora.
Que no huya de sus responsabilidades.
Que defienda la dignidad humana.
Y que desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez.
Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena./
Quiero rodearme de gente, que sepa tocar el corazón de las personas…/
Gente a quien los golpes duros de la vida, le enseñó a crecer con toques suaves en el alma./
Sí… tengo prisa… por vivir con la intensidad que sólo la madurez puede dar./
Pretendo no desperdiciar parte alguna de los dulces que me quedan…/
Estoy seguro que serán más exquisitos que los que hasta ahora he comido./
Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres queridos y con mi conciencia./
Tenemos dos vidas y la segunda comienza cuando te das cuenta que sólo tienes una…/



Nota: Siempre había pensado que este poema lo había escrito PEDRO SALINAS, pero parece ser que pertenece brasileño:  MÁRIO DE ADRADE (1893 - 1945), cálmenos según dicen mis comprobaciones, así, aún con las reservas que son al caso, daremos a cada uno lo que es suyo. 

lunes, 30 de diciembre de 2019

PACTAR EXIGE RENUNCIAR A ALGO

Está a punto de acabar otro año que ha sido convulso en lo político y social y quizá no sea mal momento de provocar la reflexión para que la cordura rompa las pugnas políticas y las luchas sociales que provocan.

Un ejemplo: Reformar la Constitución o maquillarla o completarla… es necesario que parte de los partidos políticos estén dispuestos a ceder en algo, con el fin de HACER POSIBLE LA CONVIVENCIA en PAZ Y LIBERTAD.

En aras de eso me permito traer aquí un artículo Eduardo MADINA aparecido en el diario El País del 11 de noviembre de 2017 y que puede verse aquí. Dice así (Y perdonen lo extenso de la entrada, pero merece la pena)

“El día de Navidad de 1989, EL PAÍS publicó un texto de Hans Magnus Enzensberger titulado Los héroes de la retirada. En él, el autor de origen alemán señalaba que cuando se trata de crear las condiciones necesarias para la convivencia, la renuncia es el techo más alto que se puede alcanzar en política.

Es verdad que esta tiene siempre una erótica menor, que su imagen, ante los electorados propios, no es aparentemente la más atractiva, que su argumentación no está al alcance de cualquiera y que exige dominar una idea antes de que ella te domine a ti.

“Quien abandona las posiciones propias no solo entrega un terreno objetivo, sino también una parte de sí mismo”, señalaba el autor. Convendrán conmigo que este nivel de transitividad resulta muy poco habitual, que los principales actores políticos dedican muchos más esfuerzos a la narrativa de todo lo que les resulta completamente irrenunciable. Es esta una posición que, en principio, tiene mejor público y sugiere menos riesgos. Ante los seguidores de cada uno, tiene la apariencia de lo irreprochable.

Frente a la fuerza del dogma irrenunciable, la renuncia por consciencia de pluralidad, la renuncia a postulados propios para hacer posible la convivencia entre diferentes parece siempre un objetivo menor. Un logro de cara B. A corto plazo, no conduce a quienes la protagonizan a tener estatuas en su pueblo ni a dar nombre a grandes avenidas. En el mejor de los casos, queda garantizada la incomprensión. En el peor, aparecerá el insulto y la descalificación. Es también probable que haya incluso quien, desde su desprecio a la pluralidad, desde su ignorancia de la misma y su autoproclamada pureza, describa en las redes la acusación de traición.


Enzensberger ejemplificaba su tesis en el papel que desempeñó ante la historia Wojciech Jaruzelski, que contribuyó de forma decisiva a evitar que Polonia fuera invadida por la URRS en 1981. O en Mijaíl Gorbachov que, entre ingratitud e incomprensión, desmontó paso a paso el régimen soviético surgido en 1917.

Lo prioritario es no convertir las expectativas de reforma en frustración en este clima de encono

Más cerca, en nuestro propio país, el autor cita —lleno de razón— a Adolfo Suárez y su papel en la Transición, contribuyendo de forma decisiva al desmontaje del régimen franquista desde dentro. Podríamos completar la escena. Podríamos poner a su lado a Santiago Carrillo y a Felipe González, en la certeza de que sin la renuncia a la república por parte del Partido Comunista y sin la renuncia al marxismo por parte del PSOE, la convivencia democrática en España no se habría producido.

Un pacto de renuncias, también podríamos comprender así la Transición española. Renuncias, todas ellas de enorme altura, que hicieron posible la aceptación mutua en un mismo espacio público de una sociedad tan plural como sobrecargada de historia. Desangrada 40 años antes, sometida en los 40 de después. Una sociedad protagonista en una democracia liberal, con intención de adaptarse en desarrollo a su entorno europeo, convencida de dejar atrás cuatro décadas de dictadura, atraso histórico y aislamiento internacional.

La altura de los protagonistas que lo lograron, que alcanzaron el punto de encuentro del 78 ha estado fuera de toda duda hasta la entrada en escena de los dirigentes políticos de mi generación. Nacidos en los años setenta, doctorados en la crítica al “régimen del 78” —el que, por cierto, facilitó que hayamos desarrollado toda nuestra vida en las mejores condiciones de la historia de España— y especializados en lo irrenunciable. Una generación que tiene ahora ante sí un reto de enorme trascendencia, la crisis política y territorial abierta por el independentismo en Cataluña. Seguramente, uno de los mayores desafíos a los que se ha enfrentado la política en los últimos 40 años.
En ese contexto, la expectativa de una reforma constitucional que modernice el modelo territorial español es la salida de emergencia a la que todos nos acogemos una y otra vez. Una salida de emergencia ante el incendio provocado en Cataluña por la vía de una reforma que consiga que la gran mayoría de la sociedad se sienta cómoda dentro de un renovado marco constitucional.
Una expectativa de reforma a la que muchos recurrentemente apelamos intuyendo que es la mejor vía de salida a esta crisis, pensando que es el mejor canal de entrada en un nuevo escenario de estabilidad en la organización del territorio y la convivencia.
Es de tal importancia esa expectativa de reforma, en esta situación crítica, que lo prioritario sería no convertirla en frustración en este clima de posiciones enquistadas.
Por eso sería necesario que si comienzan los trabajos para la reforma constitucional, lo hagan una vez que los actores políticos estén dispuestos a alcanzar al techo más alto que existe en política; decidir entre lo renunciable y lo irrenunciable con el objetivo de hacer posible la convivencia en un país de 48 millones de personas.
Sería deseable, en primer término, que los trabajos comenzaran solo si entran en ellos la gran mayoría de las fuerzas políticas. Y, en segundo lugar, si todas ellas están dispuestas a anteponer la convivencia del conjunto frente a la tentativa de imponer todos y cada uno de los puntos de vista propios. Esto último tan solo conduce al fracaso.
Solo hay una Constitución. Y es de todos. Y para que de todos sea, serán necesarias renuncias para no convertir una expectativa de tanta importancia en una enorme frustración colectiva. Básicamente, porque no tenemos muchas más salidas de emergencia ante el incendio que algunos han provocado en Cataluña. Es deseable, por tanto, que si la mayoría de las fuerzas políticas entran es porque van a saber salir. Conscientes de que solo hay una salida posible: un punto de encuentro construido sobre renuncias mutuas.

Esto debería ser lo único irrenunciable; hacer posible la convivencia en paz y libertad de las próximas generaciones. Es, sin duda, el gran reto contemporáneo de la política en España. La generación nacida en los setenta, con miembros de la misma al mando de no pocos de los principales partidos políticos en España, está sin duda ante su gran reto histórico. Quizá también, ante su gran oportunidad; demostrar que está a la altura de aquellos a los que tanto ha criticado. Demostrar que todos ellos son capaces de conducir a sus organizaciones y sus electorados hacia un nuevo punto de encuentro colectivo. En el fondo, un objetivo heroico.

domingo, 29 de diciembre de 2019

LEJOS DE DOGMATISMOS

 “A estas alturas de mi vida mantengo una frontal oposición a que ninguna autoridad decida por mí qué debo pensar, qué debo decir, qué debo callar. En consecuencia estoy en franca rebeldía contra dogmatismos y adhesiones inquebrantables, ejerzo mi derecho a disentir, sea o no de quienes forjan la ortodoxia.” (Ángel Fierro)

Estoy en franca y total comunión con lo dicho por Ángel Fierro. Lo he dicho varias veces y bajo ese supuesto mantengo el compromiso conmigo mismo de escribir diariamente este BLOG.


Y también escribo, como decía Ángel Fierro, “para liberarme de cuantos tienen monopolizada la verdad, en su propio provecho, y porque conviene reivindicar la diferencia entre ser inocente y ser ingenuo”.


Pienso que hay tanta dignidad en labrar el campo como en escribir un poema, porque la dignidad reside en el corazón y en la actitud del hombre, no en la descripción de su trabajo.

sábado, 28 de diciembre de 2019

EL RECHAZO

El título y el argumento de esta entrada nacen de comentaros a la última novela del autor David TRUEBA (2017): Tierra de Campos. Anagrama. Madrid.
Es una novela de búsqueda, de viaje hacia los orígenes, que retrata (eso parece) a toda una generación que, como en mi caso, no sabe cuál es su tierra, cuáles sus raíces, en un momento en que manda eso precisamente, el valor del terruño como identificador de uno mismo y de toda la “tribu”. 
Tenemos lo que hemos hecho, lo que hemos vivido, pero no tierra ni bandera, ni banda. Nuestra tierra son nuestro ideales, las razones que nos han hecho hacer lo que hemos realizado, pero eso parece que se quiere destruir.

Nadie tiene en cuenta que cada uno ha tenido unas circunstancias y cada época o cada lugar ha tenido las suyas. Pero la vida de nuestra generación, de las personas que han tenido que vivir esas circunstancias, no tiene razones para DEJAR DE SER lo que son, para mantener sus ideales, para tener que ASUMIR otro mundo que, en principio, atenta contra nosotros, solo porque en todos los lugares somos “los de fuera”, los “sin lugar”. 
Ese modelo de identificación con la tierra es o sigue un modelo medieval. Y hay personas que prefieren seguir haciendo lo que les gusta e identifica y ser lo felices que puedan ser.
El tiempo discurre muy deprisa o los cambios son lo que avanzan deprisa y eso provoca FALTA DE REFLEXION y ANSIEDAD, cuestiones que llevan a la falta de valores o a asumir valores incorrectos.
Es preciso valorar la vida interior, la persona, los ideales, no la tierra, pues importa más que traicionar lo que somos. Estamos deshumanizando la sociedad y, como consecuencia, a sus componentes, al menos a los que no se amoldan del todo a una visión panorámica, superficial, geográfica… de la vida.

Y en esas estamos. 

viernes, 27 de diciembre de 2019

EL FUTURO VIENE NUBLADO


Uno siempre ha creído que la democracia se ejerce desde el diálogo y la participación, desde la libertad y la igualdad, desde el respeto y la tolerancia y también desde el conocimiento y el reconocimiento. Pero la realidad, la cruda y cabezona realidad se empeña en decirme que eso no es así, que en muchos casos y momentos retrocedemos, no ya siglos, sino eras históricas y nos volvemos “lobos” ante lo y los demás, cerriles por amparar un territorio, o sea, nos vemos abducidos a comportarnos como las tribus y los grupos animales: territoriales.

Las sociedades dejan de ser “Naciones de ciudadanos”, para ser “territorios” de supervivencia de unos pocos (de aquellos que se imponen). No hay matices, hay “trágala” y en ella no caben normas, leyes, éticas, ni historias.



No se puede vivir a costa de los excluidos de un territorio, no se puede predicar y defender la soberanía de las masas frente a la soberanía de LOS CIUDADANOS.

No se puede vivir defendiendo que todo lo malo viene de fuera, de otros territorios, y cerrarnos a ellos, no se puede tener la EXCLUSIÓN COMO PRINCIPIO, porque eso deslegitima lo racional, no ya la convivencia, que desaparece y se desprecia por completo.


Los cambios no pueden ser solo dependientes de la realidad de otros territorios, de la violencia, a fin de cuentas, sino de las normas, de los miembros de esos territorios. Lo demás es abjurar de la democracia, de la libertad y de la igualdad.

jueves, 26 de diciembre de 2019

LOS AMARRES DE NUESTRO BARCO


Desde pequeño aprendí que uno es esclavo de lo que dice y dueño de lo que calla. Y no sólo no lo he olvidado (a pesar de que cada día diga cosas en público). sino que lo traigo a colación porque poco a poco uno va aprendiendo más cosas de las palabras y sus peligros. Por ejemplo que nunca regresan (se van con el viento), que arropan muchas veces mentiras, orgullo y envidia (que son sangrantes).


También se aprende que el tiempo nunca regresa, que la paciencia en algo de lo que hay que disponer para seguir en la vida, tanto como la esperanza y la honestidad, pero, sobre todo, que al final solo hay tres cosas que merecen la pena: LA FAMILIA, EL AMOR Y LA AMISTAD.
El trabajo en este campo es difícil, porque sobre él todos opinan, todos saben, todos aconsejan… pero desde su sillón, desde su visión, sin tomar en consideración lo que uno siente. Creo que todos hemos de aprender también a abrazar, a escuchar, a comprender…

miércoles, 25 de diciembre de 2019

EN EL DÍA DE NAVIDAD: SOBRE LA ÉTICA Y LA MORAL

LA ÉTICA Y LA MORAL
No siempre es fácil distinguir según qué conceptos de esos que manejamos en el lenguaje habitualmente, quizá porque no es tan sencillo como pueda parecer a los entendidos o quizá también porque nunca nos lo explicaron convenientemente.
La ética es analizada por la filosofía y establece lo que es bueno o virtuoso y lo que es malo racionalmente para una persona. En principio, la ética habría de ser la misma, independientemente de la cultura en la que vivamos, pero la normas de conducta de las personas tiene mucho que ver con la religión, aparte de con la filosofía.
En la cultura occidental somos deudores de Aristóteles, Platón, del estoicismo, cristianismo, Descartes, Hume o Kant, etc.
La moral, por su parte, sería el conjunto de normas que rigen el comportamiento de las personas en el seno de una sociedad. Suele asociarse a las leyes y normas (implícitas o explícitas) de un grupo social. Nace de las tradiciones y de los valores del contexto, o, si se prefiere, de la organización social.
De nuevo en este caso entra la religión, que ha ayudado a establecer los códigos de moralidad.
Entre ética y moral hay diferencia en el objetivo, en la medida en que la ética es normativa (establece los principios generales) y la moral es descriptiva (define comportamientos). La ética es teórica y abstracta, la moral es práctica. La ética es individual y la moral es social. La ética tiende a ser universal o a situarse por encima de las influencias sociales y culturales y la moral varía con cada sociedad o con cada grupo, de acuerdo a cada cultura.

Ocurre que, en un mundo sin modelo de persona, de ser humano, ética y moral se difuminan y nos vemos abocados al “todo vale” que define el post-modernismo.

martes, 24 de diciembre de 2019

¡DÓNDE VAMOS?

Si hiciéramos una secuencia de los calificativos que hemos adjudicado tanto a los individuos como a la sociedad en la que vivimos y aún a lo que podemos encontrar en los medios de comunicación, lo más explícito que encontramos es que nuestro entorno se distingue por la corrupción, el terrorismo, la violencia, los enfrentamientos y tactismos políticos, el desempleo, la insolidaridad y otras lindezas por el estilo.

Alguien podría decir, con razón, que esa es una parte de la moneda, porque, a la vez, nunca ha existido más solidaridad, más ONGs, más transplantes a enfermos, más ayudas ante terremotos o hambrunas, por ejemplo, más sentimiento de acogida de refugiados… 

Y ambas fotografías serían reales, pero la primera es la que mejor define o es más asumida como definidora de nuestra sociedad y nos hemos quedado con otros calificativos.

En ambos casos tenemos ejemplos puntuales, que marcan la esencia de lo que decimos y que nos dicen, entre otras cosas, que, a pesar de lo que se predica, son los eventos de gran repercusión (en ambos casos) los que nos hacen reaccionar y, en ambos casos también, a hombros de los individuos, no de las estructuras sociales, que, en última instancia, van a remolque de las acciones individuales y después de ríos de tinta y de metros de filmaciones.

Las encuestas nos dicen que la corrupción, la economía familiar y el trabajo (su falta) y la atención a las minorías marginadas son las situaciones que se perciben con mayor claridad y que se llevan la peor parte de las actuaciones políticas.

Y lo peor del caso es que es cierto. En los últimos años las pocas actuaciones de la ONU, de la OTAN o de cualquier otro organismo internacional han sido contadas y, de haberlas (que las ha habido) han pasado desapercibidas. Los gastos al respecto se han multiplicado mientras las acciones han mermado. El dinero puesto en esas acciones se ha restado de las actuaciones sociales internas de cada país: educación, sanidad, ayudas al acogimiento, etc., lo que viene provocando que la desigualdad entre los ciudadanos sea cada día más evidente.


Esos hechos, de una u otra cara, están provocando la pérdida del sentido de pertenencia, esto es, nos han hecho perder la identidad y el rumbo y han dilapidado los valores que deben definir el quehacer del ser humano.

lunes, 23 de diciembre de 2019

CALLAR


A veces preferimos no responder o no exponer nuestras ideas respecto a lo que sea. Unas veces es por puro desconocimiento, otras por imbecilidad (no vaya a ser que abramos la boca y se nos note), pero otras, creo que las más, no es por estar en SILENCIO, sino para no entrar en discusiones que sabemos que no nos llevarán a ningún sitio, porque conocemos a las personas o los temas o… las modas y manías, las filias y las fobias.

Es mejor seguir en paz, así de sencillo, mientras otros prefieren seguir viviendo con el orgullo de sentir que TIENEN RAZÓN.



Por más que se empeñen, la vida no es la consecución de éxitos, más o menos memorables, sino de FRACASOS, que hay que aprender a sobrellevar, una vez aprendida la lección. Pero sabemos que el ser humano es el ÚNICO BURRO que tropieza DOS VECES (y aún más) en la misma piedra.


Se supone que hay que aprender que, cuando todo parece estar en el desenlace final, lo que esté ocurriendo es que algo de nosotros se está reubicando de nuevo en el lugar que le corresponde.

domingo, 22 de diciembre de 2019

LOS DESEOS

LOS DESEOS

Mientras queden estrellas, 
podemos seguir pidiendo deseos…

Esta vida es como vivir en tiempo de tormentas, es más, se muestra como una tormenta. Se sabe que va a terminar en un momento u otro y que, cuando lo haga, no recordaré como logré pasar por ella, cómo he llegado a esperar la siguiente, cómo he sobrevivido, es más, no sabré nunca si la tormenta ha terminado (la tormentas que nacen y se desarrollan en la biología y no en la climatología son difíciles de describir con palabras y aún más de predecir). Sé que cada tormenta, a pesar de todo, se lleva tanto de mi que al final no sé si sigo siendo el mismo. Quizá por eso sea una “tormenta” 

El sabor que queda de cada una es una mezcla de tristeza, amargura, enojo, desesperación, dolor, ansiedad, impotencia, depresión, enfermedad…. Y todas esas cosas obligan a que, cada vez que se atraviesa por una de esas tormentas, uno intente apartarse de algunos lugares, buscando cuidarse o ampararse para la siguiente, alejarse de la gente, para protegerse y cerrar las puertas  necesarias para quererse un poco.


Son tormentas que, por otra parte, son imposibles de explicar, sobre todo cuando se aprecia que la gente entiende desde su nivel de percepción o de consciencia y aún de su propia sensibilidad. También porque preocuparse por lo que los demás piensan de uno te hace prisionero de lo que puedas decir y de los que esas personas puedan entender.

No es fácil callarse, a veces, siempre llega la tristeza ante el hecho de no tener a quién contarle estas cosas, pero hay que seguir y luchar fingiendo que uno está bien.

Nadie es consciente de que quien pretenda llevar siempre la razón tiene que recorrer el camino que le lleve a entender que hay VERDADES Y RAZONES (fuera de las propias), pero es algo difícil que eso cale en todas las mentes. Mientras que el que anda de tormenta en tormenta no necesita convencer a nadie de nada, porque no importa cuánto se intente, ya que hay personas que nunca van a comprender mi historia personal, mis dificultades y mis esfuerzos.

sábado, 21 de diciembre de 2019

LA TOLERANCIA


En líneas generales y sin intento alguno de purismo intelectual, solemos entender por tolerancia la actitud de la persona que respeta las opiniones, ideas o actitudes de las demás personas aunque no coincidan con las propias. También lo solemos aplicar a la “capacidad que tiene un organismo para resistir y aceptar el aporte de determinadas sustancias, en especial alimentos o medicamentos”.

Ambas acepciones son conceptos usados normalmente sin que denoten pedantería.

Aquí nos referiremos a la tolerancia como respeto a las opiniones de los demás, aunque mantengamos el derecho a la duda.

Asumimos que visto así puede parecer un acto de prepotencia, en la medida en que uno ha de ser indulgente con el otro o aguantar algo con lo que no se está de acuerdo, pero quisiéramos que fuera visto también como RESPETO. Y, en este sentido de RESPETO la TOLERANCIA guarda relación, o así lo creemos, con el reconocimiento a las diferencias, a la diversidad de cualquier tipo.

La tolerancia, vista así, es básica en la vida social.

Pero no vemos por ninguna parte el valor de la expresión “tolerancia cero”, que no concede valor, ni positivo ni negativo, a una postura, a no ser que sea eso lo que se quiere expresar cuando se utiliza. Esa expresión es un modernismo vacío, de esos que gustan a la posmodernidad, que suenan bien pero que no tienen contenido.


Y quizá sea ese uno de los problemas que vivimos, porque en realidad nuestra sociedad es INTOLERANTE, tanto que responde con violencia ante los pensamientos contrarios a los propios, cuando todos necesitamos un espacio de libertad

viernes, 20 de diciembre de 2019

DÍAS DE REVISIÓN E INVENTARIO


Estos días han de servirnos para revisar los recuerdos, para repasar nuestro pasado y las heridas que pueden quedar sin cicatrizar, antes de proyectar nuevos objetivos par el año próximo.

Yo creo que ahí reside la esencia de la Navidad, en “revivir” y la del nuevo año en “proyectar”.

El pasado hay que repasarlo para eliminar el lastre que vamos acumulando en nuestra mochila, puesto que, de no hacerlo, ni podríamos avanzar ni cerrar las heridas que hayamos recibido en el transcurso de este tiempo. Y seguro que todos acumulamos algún sentimiento de culpa (grande o pequeño, tanto da). También malas experiencias, porque tomamos malas o no adecuadas decisiones para nuestro paso armonioso por el tiempo.


Mientras no limpiemos esas cosas no avanzaremos o no podremos hacerlo de un modo adecuado, retrocederemos en la búsqueda de nuevos días, de nuevas perspectivas.

Para ello hemos de perdonarnos el haber podido herir a otra personas, lo cual va más allá de autodisculparnos (que eso es muy fácil). Perdonarnos, en el sentido que queremos poner de manifiesto, es comprometerse con nuevos comportamientos desde el perdón.


Solo así evolucionaremos y podremos seguir luchando por poder escribir nuevas página en el libro de nuestra vida.

jueves, 19 de diciembre de 2019

LA EDUCACIÓN Y LA INTELIGENCIA


En la educación, sea cual sea el ámbito de que se trate: familiar directo, familiar amplio, amigos, colegio, ciudad o pueblo, medios, etc. y en muchos de los llamados expertos, se ha puesto de moda a Rousseau (Jean Jacques), ginebrino del siglo XVIII, autor de obras famosas como El contrato social, («El hombre nace libre, pero en todos lados está encadenado»), o Emilio, o De la educación, («El hombre es bueno por naturaleza»), y que tuvo una fuerte impronta en la Ilustración francesa. (Hemos puesto enlaces de Wikipedia, pero de lugares donde se puede obtener ambas obras en formato PDF).

En Pedagogía se estudia (o se estudiaba) como iniciador de la Enseñanza Individualizada y de la naturalista (defendía la educación en la naturaleza), aparte de como incitador de ideas que se lograron mantener en la denominada Revolución Francesa.

Ahora se defiende que todos los niños al nacer son inteligentes, les diferencia el tipo de inteligencia, y todos príncipes (unos con principado y otros a la espera de heredar uno), todos “tiernos”, por lo tanto intangibles y ninguno susceptible de vivir algo por su cuenta (ni jugando), que solo tienen el deber de ser felices.

Para ahondar en ello hablaré de algunos ejemplos. Uno es una escena sacada de YouTube, en el que se ve a una abuela, una madre y un niño. El niño patea a la madre de un modo inmisericorde, a pesar de los esfuerzos de la abuela, porque la madre le pidió el teléfono que le había quitado el hijo y con el que estaba jugando. Otro es otra escena de padres, esta vez en el sur de España, en el que dos padres se lían a mamporros viendo un partido de fútbol en el que participaban sus hijos (no se explican las razones que motivaron tan edificante ejemplo). El tercero es el suicidio de una niña de 13 años en Murcia a causa de un “bulling” (acoso) insufrible por parte de unos compañeros (que no han sufrido más castigo que el estar dos días fuera del colegio, lo cual, al menos antes, no era un castigo, sino un premio, y mucho me temo que también lo ha sido para esos tres acosadores). Y un último ejemplo más cercano para el que esto escribe: Una niña pega (sí, pega patadas, tira del pelo, araña, escupe e insulta) a su madre porque no había acabado los deberes que ella tenía POR HABERSE PORTADO MAL EN EL COLEGIO.

¿Para qué mundo educamos? y ¿qué mundo hemos creado para que vivan en él nuestros hijos? ¿qué papel juega en esos casos la escuela, la educación formal?

Al hablar de educar a todos se nos ocurren muchas cosas hermosas: educar es sacar lo que llevamos dentro, todos somos buenos por naturaleza, educar es encender una llama que prenderá por sí sola en el alumno, educar es descubrir el talento que todos tenemos…

Si hubiera tantos seres humanos buenos, con tantas bondades, inteligencias, fuego positivo, talento, condiciones… la vida sería el paraíso de la concordia y felicidad. Y seguro que lo es, pero no sabemos verlo por culpa de las noticias que nos incitan a pensar lo contrario cada día, entre ellas el hecho de que los profesores de la Enseñanza Secundaria Obligatoria (la llamada ESO) son los primeros que se jubilan al cumplir los 60 años. Hablen con ellos.
Ocurre que esos niños, que parece que han vivido en un fanal al que nunca le ha rozado la naturaleza ni se le ha posado una mosca, se encuentran con un mundo que no es para el que les habían educado, que no es el prometido y esperado y no hay manera de que aguanten un disgusto, ni una frustración por pequeña que sea, ni nada que se aparte de sus deseos.

Por eso nadie del entorno tiene la culpa de nada y menos los niños y niñas, sino LA ESCUELA ¿Se han dado cuenta de la cantidad de cosas que, según las voces que se oyen en la calle, deberían ser acogidas por la escuela?.


Creemos, en cambio, que hay que educar para que nuestras futuras generaciones no se conformen y aprendan a vivir con inteligencia en vez de hacerles creer que ya la tienen.

miércoles, 18 de diciembre de 2019

TODOS SOMOS INTELIGENTES


Nos gustaría continuar con alguna reflexión más sobre las dudas, que hemos apuntado alguna vez en este blog, ante la creencia psicológico-médica, predicada y acogida con gozo, de que todos somos inteligentes y capaces, que es el sistema, los demás y la burrez del entorno lo que impide que lo podamos ejercer y obtener así todo lo necesario para ser felices sin que nadie ni nada nos moleste, porque esas esencias que nos adornan nos dan derecho a todo.

Es cierto que el sistema educativo nos “frena”. Por un lado porque es fácil repetir algún curso, por ejemplo, pero es tremendamente difícil saltarse uno (porque todos somos inteligentes, pero todos IGUAL de inteligentes, digo yo), también porque el “orden” requerido en el sistema es el año de nacimiento. 

Esas “reglas” hacen que el sistema educativo sea visto como algo homogeneizador,  en el que solo algunos se salvan (vaya usted a saber por qué…), la mayoría andamos por el sistema como podemos (a trancas y barrancas) y fuera, por lo mismo, de abrirnos camino digno en el discurrir de la vida.

La mayoría ha de conformarse, hemos de conformarnos y esperar que, en todo caso, aparezca un golpe de suerte, una especie de “hada madrina” o lo que sea, que nos saque de la mediocridad. Pero es que partimos de una base errónea, en la medida en que la capacidad de ejercer la INTELIGENCIA, de mostrar el TALENTO se realiza en el medio social (para el que no estamos preparados, porque en él solo habitan enemigos) y no hemos aprendido a convivir con ellos, nos frustramos.


Que nadie se llame a engaño, estas dualidades entre el individuo y el entorno dan lugar a muchas cosas más allá de la pura convivencia, generan ideología, valores, actitudes, comportamientos…. y muchos lemas de esos que se gritan en cualquier manifestación: la tierra es de todos, el sol también, el agua ni te cuento, las fábricas van mal porque tienen directivos descabezados (lo cual puede ser cierto)…

Tanto es así que hasta personas bien dotadas (en principio) confunden capitalismo con liberalismo y el comunismo como lo contrario de ambas posturas. O confunden al individuo con el conjunto social o al conjunto social con el territorio. Si fuera por lo que dicen los líderes políticos, sin que antes tuviéramos datos sobre su filiación, no sabríamos de qué partido son (pero eso no es preocupante, ellos tampoco, ellos son de esa mediocridad que solo quieren el poder, pero sin los “adornos” (inteligencia y talento) de los hablábamos antes.


Un problema serio es que la sociedad no haya creído nunca o casi nunca que la escuela pueda dar o ayudar en la conformación de los ciudadanos.

martes, 17 de diciembre de 2019

VIVIMOS DE MENTIRAS

En varias ocasiones hemos hablado aquí de populismos, de medias verdades y de mentiras que, a fuerza de repetirlas machaconamente, se convierten en credo de un grupo u otro.
El estudio del Portal BUZZFEED nos muestra el valor, sentido y número de mentiras vertidas en la red que se han tomado como verdades indiscutibles, además, así que lo dejaremos anotado como justificación y para no tener que andar todo el tiempo haciendo referencias.
Pero, ¿Se acuerdan que un portugués ha sido nombrado Secretario General de la Organización delas Naciones Unidas?. El pobre (es un decir) Antonio Guterres ocupó menos espacio en la prensa mundial que la visita de un rapero (un tal West creo recordar) al Sr. Trump.
Y ese es el problema (uno de ellos) de los populismos: se recoge de la realidad LO POPULAR, lo divertido, lo inocuo y si no, nos podemos dirigir a lugares sociales de las redes, como Twitter o FaceBook, que parecen las  más fidelignas fuentes de información (y, en muchos casos las únicas) que haya que usar como referentes de lo que pasa en el mundo.

A ese hemos denominado “vivir de la mentira”. No se trata solo de no decir la verdad a sabiendas, sino de escamotearla . Habría que recordar que los propios defensores del BREXIT de Gran Bretaña, nada más celebrarse el referéndum famoso ya anunciaron con toda la cara que los datos que habían proporcionado eran falsos. Y sobre ellos, sobre esa falsedad no presunta, sino manifiesta, la nueva magnataria del momento quería IMPONER su criterio a la hora de hacer efectiva esa separación. Eso es la vida al revés.
Mentiras se dicen muchas cuando se intentan alimentar egos negados a la más mínima exigencia intelectual. Así se hizo en el referéndum de Escocia, en el de Colombia para firmar la paz con las FARC, en el que se prepara en Italia…. Y los nombro por relevantes, pero no creo que haya elección que se libre de esos mensajes.
Existe un morbo especial por lo sensacional, por lo truculento  . y se estira tanto de una noticia así que pareciera que cada grupo social vive en una galaxia diferente.

Hay que prepararse para analizar y seleccionar noticias. Lo notaremos a partir de ya mismo, con la toma de posesión del los más notorios manejadores de eso que se ha dado en llamar (nos gustan los eufemismos) LA POSVERDAD. Aunque es posible que estemos ya tan acostumbrados con las propias medias verdades de nuestros dirigentes que se nos pase por alto.

lunes, 16 de diciembre de 2019

CAMBIAR

CAMBIAR

En el sentido que se quiere expresar aquí cambiar sería modificar, sustituir, alterar una condición.

En el mundo tan sutil o delicado, tan dado a mirar solo las formas, a dar más importancia a lo exterior, a las palabras que al interior y a los significados como el que vivimos, pareciera una acción necesaria y lógica, vamos, hasta obligatoria. Vivimos en el placer de la incertidumbre sin más referente que el ombligo de cada uno.

Pero cambiar o mantenerse en un rumbo supone siempre tener un referente, tener un objetivo, tener una idea de uno mismo al menos. Y es que las cosas de la vida comienzan a cada momento, es cierto, pero lo hacen desde unos referentes, algunos de los cuales son inmanentes, esto es, marcan la esencia de nuestro seguir, sea cual fuere el rumbo.

Es fácil defender el cambio si se cree que cada uno dirige el destino, si no se tiene nada a lo que aferrarse, ni creencias ni esencias, sino se tiene nada que defender… si se cree que la libertad está en eso, en el cambio.

Todos piensan en cambiar a los demás, más aún, en que los demás cambien, pero pocos piensan en cambiarse a sí mismos señalando su esencia.

Dice la esperanza: Un día
la verás, si bien esperas.
Dice la desesperanza:
Sólo tu amargura es ella.
Late, corazón... No todo
se lo ha tragado la tierra.

domingo, 15 de diciembre de 2019

LA SOLEDAD COMO FUENTE DE BIENESTAR

La soledad es un tópico muchas veces repetido en estas entradas, hasta el punto de que me habéis llamado la atención supongo que porque suponéis que es algo que no he superado o que lacera mi situación. 

Eso está lejos de mi estado y de mis sentimientos y lo he dejado escrito también, pero voy a ser insistente sobre el concepto una vez más para reiterar mi posición.

La soledad, como dice Julio César ÁLVAREZ (ver en el Diario EL País de 5 de julio de 2018) es “un gran hallazgo de la madurez” y “lejos de tópicos y lugares comunes, también la soledad puede ser fuente de bienestar y autoconocimiento a cualquier edad”.

Siguiendo con su argumentación anotaremos, tal y como el autor lo hace, sus pensamientos al respecto:

“No sé si conocen esta historia. Es sencilla y explica cuestiones importantes. Contaba el alemán Arthur Schopenhauer que en una mañana muy fría varios erizos necesitaban calor para evitar congelarse. Para ello se apretujaron cada vez más unos a otros. Y cuanto más lo hacían más sentían el pinchazo mutuo de sus púas. Así que fueron alejándose y acercándose. Hasta encontrar la distancia exacta más soportable entre todos ellos. El comportamiento humano es muy similar. Nos pasamos la vida tratando de hallar esa distancia entre la necesidad de otros y la necesidad de nosotros mismos. No hay que olvidar que uno de cada cuatro hogares de nuestro país está ya formado por una única persona. Porcentaje que probablemente sería mucho mayor sin una recesión económica de por medio.
La soledad es un sentimiento afilado. Para algunos es el gran hallazgo de la madurez. Una forma de bienestar y fuente de calma. Para otros en cambio resulta la peor de las torturas y una zona de la que huir a cualquier precio. Lo cierto es que hasta ahora nunca se nos ha educado en la soledad. Se confiaba en el talento personal de cada uno. Pero las cifras han comenzado a hablar por sí mismas. Es muy probable que en algún periodo de nuestra biografía nos encontremos solos. Puede también que no haya que huir precipitadamente. Hay quien afirma que en la soledad uno encuentra lo que ha llevado a ella. Así que en cierta medida es cuestión de preparación y confianza. De cultivar honestamente nuestras vidas. Eso implica no temer y atreverse a descubrir ese lugar inexplorado. Porque la soledad siempre será un reencuentro que obliga a responder preguntas aplazadas. Algunas sin respuesta. 
En tiempos en que el individualismo ha triunfado puede que no haya más opciones. Y que la soledad pese como una carga enorme. Incluso en esas circunstancias es posible un diálogo saludable con uno mismo. Sino también existe la posibilidad de buscar compañía. A menudo, para beneficio de ambas partes. Aunque puede que también acentúe determinados sentimientos. Todos sabemos que la soledad en compañía es la peor de las soledades. Desde niños se nos ha obligado a estar rodeados de otros. Algunos incluso intolerables. Porque alejarse implicaba no integrarse con los demás y eso resultaba un evidente desafío. Todo con tal de no aprender a quedarnos a solas.

A la soledad hay que acercarse en algún momento. Puede que sea una de esas asignaturas pendientes que todos evitamos. Como unas matemáticas emocionales en las que solo unos pocos consiguen nota. Cuando es más que probable que en varios momentos difíciles nos encontremos solos. Hoy sabemos que el aburrimiento resulta un magnífico estimulante para la creatividad. La soledad elegida también puede ser parte de una sana convivencia con los demás. Simplemente aprendiendo a encontrar nuestra distancia. Algo que podría comenzar en cualquier momento. Sin tanto miedo al frío”. 

Fotografía: Campos de Soria

sábado, 14 de diciembre de 2019

LO QUE NADIE VE (PERO SE SIENTE)

Hay cicatrices que nadie ve.
Lágrimas que no mojan.
Heridas que no sangran, 
y gritos que nadie escucha..


Llamamos vida al tiempo transcurrido desde que salimos al mundo y el momento actual. Lo normal es que, en mayor o menor grado, llevemos a la espalda unos recuerdos (buenos y malos).

A veces nos gustaría recordar con memoria selectiva, o sea, eligiendo solo las experiencias buenas, pero eso solo es posible en un instante. Enseguida se enredan entre sí los recuerdos buenos y no tan buenos. Me gusta recordar que ambos tipos de experiencias son positivas, que nos enriquecen.



Todo lo que llevamos en la mochila nos ha hecho ser lo que somos. Guardamos humillaciones, ataques a nuestra dignidad. Del mismo modo guardamos decepciones, traiciones, indiferencias, sentimientos perdidos…


Todas esas cosas nos duelen, a veces nos hacen vulnerables. Son, en definitiva, HERIDAS que nadie ve, pero que hacen más o menos llevadera nuestra experiencia y nuestra esperanza y que nos debieran servir de lecciones de vida para seguir. 

TODOS NECESITAMOS A ALGUIEN QUE NOS CUIDE (1)

Todos necesitamos a alguien que nos cuide, que nos abrace, para saber o al menos sentir que todo va a estar bien. Todos necesitamos a alguien que nos complemente, que comprenda las locuras, o las cosas “raras” que tenemos. 
Son esas personas que nos recuerdan que somos algo más que nuestras circunstancias, que nos dan alas para sobrevolar los escombros de parte de nuestro mundo derrumbado. 
Quizás necesitamos a alguien que nos haga sentir que no. Alguien que con un abrazo nos haga olvidarnos de todo lo que esta mal, que nos haga sentir queridos, cuidados, que esté ahí cuando todos nos den la espalda. 
Suele resultar bastante sencillo encontrar a alguien para pasarlo bien. Salir de copas, de compras, al cine o a tomar un café nunca es un sacrificio. Pero los verdaderos amigos son aquellos que dan la cara en los momentos en los que quizás no eres la más agradable de las compañías. 
Esos momentos en los que te deshaces en lágrimas y maldices al mundo a escondidas. Esas tardes en las que nada de lo que hagas, digas o escuches van a hacerte sentir mejor.
 Pero son esos momentos en los que valoras su cercanía, esa mano amiga que te recoge hecho pedazos y con cuidado los va entrelazando sin que apenas te des cuenta. 
Quizás el valor menos reconocido de la amistad es ese que aparece cuando todo va demasiado bien. Cuando la envidia de los que no te quieren de verdad aparece y cuando la soberbia del éxito te llama. 
Porque los verdaderos amigos son esos que te cuentan las verdades a la cara, aunque duelan, porque saben que en ese momento quizás no lo agradezcas, pero es lo que necesitas. 
Ellos saben que por mucho rechazo inicial que te provoquen tus palabras, no olvidarás la verdadera preocupación que hay detrás de ellas: tu bienestar. 
Por eso todos necesitamos siempre a alguien que nos cuide. Porque nosotros somos nuestro mayor enemigo cuando las cosas van demasiado bien o demasiado mal. Porque necesitamos a alguien que frene el desequilibrio antes de llegar, finalmente, a la autodestrucción. 
Todos necesitamos a alguien con quien compartir, y que quiera compartir con nosotros, todos necesitamos a alguien.


(1) Sacado de:

Posted: 25 Nov 2019 07:53 AM PST