LA ESPERANZA PERDIDA
Decía Federico García Lorca que “el más terrible de los sentimientos es el sentimiento de tener la esperanza perdida”.
Hace unos días, no sin dolor, que a este blog, una vez establecido que no tenía ya significados temporales que anotar (por falta de significados conceptuales y afectivos) le faltaba solamente un epitafio. A él llegaremos. Antes… seguiremos con el objetivo que me trajo aquí, a este temporal (y final) refugio de intimidades.
Estoy aquí porque en la vida todo es frágil, hasta los sentimientos más profundos, más queridos, más cuidados… Todo es frágil y, por ello, creo que es preciso escribir, para evitar que todo se sienta como pasajero o, quizá, para hacerlo menos pasajero. Escribir, en este caso, es también escarbar en el corazón, buscar en lo más profundo de nuestra condición humana.
Y lo hago por mí y, quizá, para mi, sabiendo como sé que mis palabras son solo aire y que irán al aire, una vez perdida su condición de creíbles.
Hablaba de soledad y de recuerdos y, al respecto, me viene a la mente un pequeño poema de Miguel de Unamuno que quiero dejar en este altar al recuerdo, a la historia:
¡Dormirse en el olvido del recuerdo,
en el recuerdo del olvido,
y que en el claustro maternal me pierdo
y que en él desnazco perdido!
¡Tú, mi bendito porvenir pasado,
mañana eterno en el ayer;
tú, todo lo que fue ya eternizado,
mi madre, mi hija, mi mujer!